jueves, 17 de octubre de 2013

El lenguaje político español (2004)



Las estrategias semánticas de dos horizontes culturales en tiempos de crisis
A propósito de la publicación del libro de Susana Guerrero y Emilio Alejandro Núñez "El lenguaje político español"  (Editorial Cátedra)
Las dos primeras estrategias deciertos grupos de presión de estas dos culturas confluyen: como hablar mucho si decir nada , como utilizar un sinfín de eufemismos pero en lo que se refiere a la tercera, ésta difiere: los unos, utilizarán el forum romano y la revindication formulativa (Tacos, insultos, descalificaciones...), los otros, la agora griega y la artimaña (Confusion, calunmia, secreto...)
Es cierto que no teniendo ninguna idea que desrarrollar ni poner en práctica, se ven confinados en su propia frustación. Incapaces de construir, dedican sus vidas, utilizando todos los medio a su alcance, al mantenimiento de sus propios fines e intereses personales.
Verdades para sacar a la luz del día... 
Próxima tribuna : restituir la agora y volver a construir el forum 

jueves, 10 de octubre de 2013

Don Quijote


"El laberinto me parece demasiado simple para representar la complejidad, porque ya está trazado, porque pienso que el camino se hace caminando (1). El laberinto representa el problema de manera demasiado espacial, demasiado topológico. La idea de desviaciones, de repliegues sin cesar necesarios se aplica al conocimiento, pero ésta es insuficiente" Edgar Morin, "Les paradoxes de la complexité", 1983
(1) "Caminante no hay camino, se hace camino al andar", Machado


Introducción

Comenzaremos este trabajo por la descripción que de Don Quijote nos esquisa Cervantes. Nos dice que es hijo de sus obras, su linaje, su nobleza enpieza por él propio Don Quijote, tiene cuarenta años, casi cincuenta, amigo de la caza y de la pesca, hijo de la bondad, de temperamento colérico, pobre y ocioso, contemplativo . El ocio y un amor desgraciado le condujeron a la lectura de libros de caballería y de poco dormir y mucho leer, el cerebro se le desecó, de tal manera que perdió el juicio.
No obstante, no pienso que Don Quijote estuviera tan loco como nos lo pintan, pues, en diferentes ocasiones, nos sorprende por su lucidez. Así, en el capítulo quince, cuando lucha con los mercaderes junto a su escudero, solo contra todos, y viéndose a tierra, dijo, bajo los golpes, a Sancho:
• Vinieron los saracenos
• y nos molieron a palos
• que Dios ayuda a los malos
• cuando son más que los buenos.   
En otra ocasión Don Quijote dice a Sancho que el hombre que era no podía, a pesar de su condición de caballero, vivir sin comer ni sin satisfacer todas las necesidades del género humano.
En un primer tiempo, podíamos decir que Don Quijote es y representa, el espíritu del ser, Sancho la carne. Sin embargo, ello no parece evidente, pues, a veces, Sancho se transforma en Don Quijote y nos encontramos con los papeles intercambiados en varias ocasiones.
Difícil es hablar con Sanchos, nacidos, educados en los lugares donde sólo se oyen cuentos, historias o lecciones magistrales, predicaciones o vanalidades. Os dirán que comprenden mal, o interpretarán al revés, se traducirán en vuestro propio discurso porque no escucharán en silencio interior, ni con una atención virgen. Por mucho que os esforcéis, no se aplicarán en agudizar sus sentidos: no están acostumbrados a escuchar la silenciosa música de las voces de los campos y las montañas.
Las gentes no vienen para escuchar, sino para entender algo ya dicho, aprendido y no para oír lo que vayáis a decir. Así pues, hablar sólo a los simples, sin tratar de poneros a su alcance, pues estad seguros, que incluso si os elevaís, se elevarán con vosotros y os comprenderán.
En cierta ocasión, un amigo que rechazaba salir de su país, se vió obligado a conducirme a la frontera francesa. Un aduanero francés, hablando un perfecto español, se dirigió hacia él. Asustado, delante de un extranjero que debía hablar otra lengua que la suya, se dirigió hacia mí para que le tradujera lo que el aduanero le había preguntado. Mi amigo no nos escuchaba...
Tranquilamente, le dije que el aduanero le estaba hablando en español, tres veces el aduanero le hizo la misma pregunta en español, tres veces le expliqué a mi amigo que estaban dirigiéndose a él en un perfecto español. Por fin, ante el rechazo de la comprensión del discurso del otro, tuve que traducir del español al español para mi amigo. No discutáis, pues, con los que no lleven las luces del sentido o que no reciban el reflejo de la luz.
Don Quijote necesitaba a Sancho para hablar, pensar en alta voz, para escucharse a él mismo y para entender el vivo rechazo de su voz en el mundo. Sancho fue su coro antiguo, la humanidad entera para él, y en él amaba toda la humanidad.
Don Quijote: la escritura errante
Un animal es incapaz de mentir, de decir lo que el instinto no hace, de ir más allá de la satisfacción. La pasión, el amor del amor, es el impulso que va más allá del instinto y que, por lo tanto, miente al instinto. Cuando sabemos esto, tratamos de desembarazarnos del entusiasmo y de la tristeza metafísica, del ritmo íntimo que nos habita, y de hacer abstracción, porque la dialéctica de la pasión nos impide vivir en paz y disfrutar de la felicidad.
Es así como Don Quijote se lanza en pos de... - hacia une "búsqueda" – un reto perdido de antemano, porque intenta hacer callar al instinto, el amor de Dulcinea (amor natural) y su impotencia a declararlo.
Mostraremos pues aquí una imagen de don Quijote, lo más alejada posible de la dialéctica de la pasión,… pero, el drama se encuentra en nuestro interior, entre las leyes inaceptables de la vida terrestre y finita, y el deseo de una transgresión de nuestros límites, mortales pero divinizadores. Entre los dos, instalamos las palabras (el discurso) que esconden nuestra impotencia frente a las contradicciones existentes en nuestro fuero interno y al exterior.
En realidad, Don Quijote sólo sería grotesco porque quiere seguir una vía que la desgracia de los tiempos hace totalmente impracticable. El es contradicción, porque Don Quijote, es dialéctica y el análisis de su discurso ha dado como resultado teorías bien diferentes y contradictorias. Cada uno traducirá en este personaje su propia búsqueda, su propia experiencia, haremos como él, dialogar en vez de sobrepasar las contradicciones que nos carcomen desde el interior de nuestro deseos, influencias que soportamos o contradicciones en las que vivimos, para encontrar el punto a partir del cual podrán ser domadas.
Pero la coherencia del diálogo es el resultado de la búsqueda: ésta define las unidades terminales que ponen punto final a nuestro análisis. Nos vemos obligados a suponerla para reconstituirla y no estaremos seguros de haberla encontrado hasta que no la hayamos perseguido el tiempo necesario y ella aparece como el número más importante de contradicciones resueltas por los medios, métodos, más sencillos.
Las coherencias que aparecen en el discurso de Don Quijote pueden conducirnos a establecer las coherencias incluso a su nivel en tanto que individuo (su bibliografía, o las circunstancias singulares de su discurso). Pero podemos igualmente establecerlas y darles dimensiones colectivas y diacrónicas de una época, de una forma general de la conciencia, de un conjunto de tradiciones. Cervantes puso las dos en evidencia, podemos pues realizar dos tipologías de análisis.
De todos modos, que elijamos una u otra, la coherencia que encontraremos de esta manera, desempeñará el mismo papel: mostrar que sus contradicciones inmediatamente visibles son sólo un reflejo de superficie y que será necesario volver a llevar a un foco central único este juego de fragmentos dispersos.
Es para traducir la contradicción, y al mismo tiempo sobrepasarla, que nos lanzamos a hablar, a dialogar. Es para huir de ella, cuando renace sin cesar a través del discurso indefinidamente, que Don Quijote y Cervantes se ponen a hablar.
El texto Don Quijote, no será pues un texto ideal, continuo et sin esperezas, es más bien un espacio de diseminaciones múltiples, un conjunto de oposiciones diferentes, como el mismo Don Quijote.
¿Quién es Don Quijote?: no es el hombre extravagante sino más bien el peregrino meticuloso que realiza etapas ante las marcas de la similitud sin conseguir alejarse de su llanura o espacio familiar que se extiende alrededor, recorriéndola sin franquear nunca las fronteras netas de la diferencia, ni incorporarse al corazón de su identidad. Don Quijote no sale nunca de su región y no se reúne, no alcanza jamás la identidad de ésta. Don Quijote es la escritura errante en el mundo entre la similitud de las cosas. Sólo puede convertirse en caballero escuchando de lejos la epopeya secular que formula la ley (la ley de caballería). Es menos su existencia que su deber. Sin cesar, debe consultar su libro y su caballero (Amadis de Gaula), con el fin de saber qué hacer y mostrar que es de la misma naturaleza que el texto del que es consecuencia: la novela de caballerías. Pero nadie en el mundo se ha parecido nunca a este texto de la novela de caballerías.
Al parecerse a los textos de los que es testigo, Don Quijote debe demostrar que son verdaderos, a él le incumbe cumplir la promesa de los libros, él mismo debe completar de realidades los signos sin contenido de la narración. Su objetivo no es triunfar realmente sino trasformar la realidad en signo. Don Quijote dibuja lo negativo del mundo del Renacimiento: la escritura y las cosas ya no se parecen, no se acercan. Don Quijote vagabundéa por la aventura, y en la segunda parte del libro debe ser fiel a estos textos en los que se ha trasformado (Don Quijote se transforma en libro, en palabras, discurso), debe mantenerse en su verdad. Pero Don Quijote no ha leído su libro y su realidad la debe a la lengua, sin ella, Don Quijote no existiría. La verdad de Don Quijote se encuentra entre las palabras tejidas por él mismo, no en la relación palabra/mundo.
La ficción decepcionada , defraudada, frustrada, desilusionada, engañada de las epopeyas se ha trasformado en poder representativo del lenguaje, las palabras se encarcelan, se encierran en la naturaleza de los signos.
Roland Barthes nos dice en lu libro "Mythologies": "¿Quién es el loco Don Quijote? « le fou est entendu non pas comme malade mais comme déviance constituée et entretenue, comme fonction culturelle indispensable. Ce qui reste de Don Quijote c'est le mythe parmi des gens qui ont peur du fou et qui le récupèrent pour l'institutionnaliser, le normaliser, l'analyser, le psychanalyser. Les gens restent étrangers à la folie par trop de rationalisme, de conformisme et peur du vide ».
El loco y el poeta
Don Quijote ignora a sus amigos, reconoce a los extranjeros, cree desenmascarar pero impone una máscara, inventa todos los valores pero no los cambia, no los completa, no los vuelca, no los derriba, no los invierte. Es diferente, en la medida en que no conoce la diferencia, sólo ve por doquiera parecidos y signos de semejanza.
Por el contrario, el poeta es el que por encima de las diferencias nombradas y cotidianamente previstas, encuentra los parentescos escondidos de las cosas y sus semejanzas dispersas. Bajo los signos establecidos, y a pesar de ellos, entiende otro discurso, más profundo, que recuerda el tiempo en el que las palabras centelleaban, titilleaban, brillaban en el parecido universal de las cosas.
El Quijote reúne todos los signos y los rellena de una semejanza que no cesa de proliferar. El poeta asegura la función inversa: bajo el juego de sus distinciones bien recortadas, se pone a la escucha de otro lenguaje, el de las palabras sin discurso. El poeta conduce a la similitud hacia los signos que la dicen (la cuentan). El loco carga todos los signos de un parecido que termina borrándolos.
La visión de la mujer en el Quijote

Así, de este modo Dulcinea es vista en Don Quijote desde el parecer del hombre de su época (del loco o del cuerdo). Se dirá de ella:
• Cervantes: "De buen parecer". (la mujer objeto)
• Le marchand: "tuerta de un ojo y que del otro mana bermellón y piedra azufre" (la bruja)
• Don Quijote: "de sus ojos mana ámbar de la gloria que en ellos mira (la diosa).
• Sancho:: " moza de chapa, hecha y derecha, y de pelo en el pecho, que tiraba la barra como el más forzoso zagal de todo el pueblo. Se puso un día encima del campanario de la aldea a llamar a unos zagales y aunque estaban a media legua, así la oyeron como si estuviera al pie de la torre" (la matrona).
A todo ello responde Don Quijote: "por lo que la quiero tanto vale como la más alta princesa de la tierra". En realidad, nos dice que sólo la quiere para invocarla por los caminos (para dar escusa a su locura) bajo el nombre de Dulcinea, la dama de las novelas de caballería a las que debía obligatoriamente, (independientemente de su propio parecer) parecerse. Ella sólo debe ser la dama obligada y ofrecida al caballero errante y loco Don Quijote. Poco importa, en verdad, porque ella no toma parte ni partido en este asunto para el cual no ha sido consultada. Su único poder consistirá en su impotencia, que transforma en grosero desprecio y cruel burla. Claro está, ésta es el vivo retrato del hombre que la dibuja: un hombre de su época con toda la misoginia de su tiempo. (Estudio sobre "La imagen de la mujer en la perfecta casada" de Fray Luis de León, Laura Garcia vitoria - 1984).
¿Somos  Don Quijote y Dulcinea? paseamos alrededor de de nuestros discursos, seguimos la misma ley que Don Quijote, la de los libros, la ley establecida; nos encerramos constantemente en la ley sin intentar sobrepasarla, sin ir más allá de nosotros mismos, sin aventajarla, sin superarla.
¿Nos convertimos en Don Quijotes por fatalidad o elección, somos la escritura errando entre las palabras y las frases? ¿Ello nos toma toda nuestra vida o vamos por etapas en esta aventura? ¿Somos víctimas propiciatorias, chivos expiatorios voluntarios o involuntarios? ¿Realizamos un viaje al interior de nosotros mismos como Don Quijote? ¿Somos una novela errante en un mundo real que se nos escapa, o somos nosotros los que escapamos a la realidad?

Don Quijote: libre, generoso, ingenuo, valiente

En efecto, es también, un ser que no tiene miedo del ridículo, es capaz de ideas personales, de pensar contra y al contrario de los demás, de vivir y morir por lo que cree más justo y mejor. Es incapaz de hacer daño a los demás, salvo a él mismo. Parece sonreír, burlarse sin maldad. No se aprovecha nunca de los demás, paga con su persona, con su propio esfuerzo. Emplea su fuerza contra los fuertes, nunca contra los débiles.
Está solo porque es un hombre liberado, es más consciente que los demás, es una viva afirmación, un hombre de fidelidad, soledad, pobreza. Para él conquistar no significa poseer, al contrario, ello significa ir más allá, sobrepasarse sin cesar.
Se ríen de él, se burlan, pero no por mucho tiempo... no se le puede provocar con insolencia, no os dejará mofarse de él, porque temen su impetuosidad, su coraje, porque nunca se esconde y jamás se escapa.  Si soporta los golpes, también los da, lucha de pie juntillas.
Tiene la firme voluntad de dominar un evento, incluso un destino, de sacar esperanzas de una situación desesperada, de dar una cara, un nombre a lo informulable. Posee la voluntad de ser un reto al abismo sir recurrir al cielo.
En fin es un hombre libre, que ha debido amalgamar muchas contradicciones, muchas dilaceraciones, lasitudes y hastíos, revoluciones, pasiones, furias y arrebatos, rencores, amarguras... Pero es también un tranquilo mar expuesto a una repentina tempestad...1984